¿Alguna vez te has preguntado por qué tomaste una decisión de la que luego te arrepentiste?
La mayoría de nosotros hemos experimentado esa sensación de frustración o duda tras actuar impulsivamente. La realidad es que no siempre tomamos decisiones de manera racional. No es simplemente un fallo de juicio: es parte de cómo nuestro cerebro está diseñado para funcionar.
En su afán por hacernos la vida más fácil y rápida, la mente humana recurre a atajos mentales conocidos como sesgos cognitivos. Estos atajos, aunque en ocasiones nos resultan útiles, también pueden llevarnos a cometer errores mentales que afectan seriamente nuestra calidad de vida.
¿Te gustaría aprender a detectarlos y evitarlos? ¡Sigue leyendo hasta el final!

El funcionamiento de nuestra mente: Sistema 1 y Sistema 2

El psicólogo y Premio Nobel Daniel Kahneman, en su influyente libro Pensar rápido, pensar despacio, nos revela que el cerebro humano opera a través de dos sistemas que rigen la toma de decisiones.
El Sistema 1 es rápido, automático e intuitivo. Se encarga de actuar de manera instintiva, sin requerir un esfuerzo consciente. Nos permite reaccionar ante peligros inmediatos, interpretar gestos faciales o completar frases familiares. Sin embargo, su velocidad viene a costa de la precisión: es el terreno fértil donde florecen la mayoría de los sesgos cognitivos.
Por otro lado, el Sistema 2 es más lento, reflexivo y lógico. Requiere atención consciente y energía mental. Este sistema se activa cuando realizamos cálculos, evaluamos decisiones complejas o cuestionamos nuestras primeras impresiones. Aunque es más fiable, es también más costoso en términos de esfuerzo, por lo que nuestro cerebro tiende a reservarlo para situaciones verdaderamente críticas.
Entender esta dinámica interna es clave para empezar a tomar decisiones más informadas y menos sesgadas.

Los sesgos cognitivos más comunes que afectan tus decisiones

1. Sesgo de Confirmación

El sesgo de confirmación es uno de los errores mentales más prevalentes. Ocurre cuando buscamos y favorecemos información que respalde nuestras creencias preexistentes, ignorando o desestimando cualquier evidencia que las contradiga.
Ejemplo real: Felipe Ríos comparte cómo, durante un periodo de su vida, decidió seguir una dieta vegana. En su búsqueda de información, se enfocaba únicamente en fuentes que validaban su elección, evitando estudios que mencionaban los beneficios de una dieta balanceada que incluía proteínas animales. Esta tendencia natural reforzó su percepción inicial, cerrándole la puerta a una visión más completa.
¿Cómo evitarlo?
Desafía tus propias convicciones: busca activamente opiniones contrarias, lee estudios de distintas fuentes y mantén una mentalidad abierta. Solo así podrás tomar decisiones verdaderamente informadas.

2. Sesgo de Anclaje

El sesgo de anclaje nos muestra cómo la primera información que recibimos tiene un poder desproporcionado sobre nuestras decisiones posteriores. Este fenómeno afecta tanto a nuestras compras como a negociaciones laborales o decisiones importantes en la vida diaria.
Ejemplo: Imagina que ves una camisa valorada inicialmente en $300.000 y luego encuentras otra a $150.000. Inmediatamente percibes la segunda opción como una ganga, aunque puede que su valor real no justifique el precio. El primer precio “ancla” tu percepción.
¿Cómo evitarlo?
Siempre compara múltiples opciones. No tomes decisiones basándote solo en la primera impresión. Haz preguntas críticas como: “¿Esta alternativa tiene valor por sí misma, independientemente de la primera referencia que vi?”

3. Efecto Halo

El efecto halo es un sesgo cognitivo que nos lleva a juzgar a una persona, producto o situación basándonos únicamente en una impresión positiva inicial, como su apariencia, carisma o simpatía.
Ejemplo: En el ámbito político, los candidatos suelen cuidar cada detalle de su imagen: visten impecablemente, sonríen de forma confiada y utilizan un lenguaje corporal persuasivo. Esto puede llevarnos a suponer erróneamente que sus ideas o capacidades son igual de brillantes, aunque no necesariamente sea así.
¿Cómo evitarlo?
Evalúa a las personas por sus acciones concretas y resultados verificables. Pregúntate: ¿qué evidencia objetiva respalda esta buena impresión que tengo?

4. Efecto Dunning-Kruger

El efecto Dunning-Kruger explica por qué, a veces, quienes tienen menos conocimientos sobre un tema son quienes se sienten más seguros de saberlo todo.
Ejemplo: Muchas personas ven un video corto sobre nutrición o economía en redes sociales y, tras eso, creen tener la autoridad para dar consejos profesionales, sin darse cuenta de lo profundo y complejo que es el tema.
¿Cómo evitarlo?
Adopta la humildad intelectual. Cuanto más aprendas sobre un tema, más serás consciente de todo lo que aún ignoras. Confía más en expertos formados y sé prudente antes de asumir que “lo sabes todo”.

5. Sesgo de Disponibilidad

El sesgo de disponibilidad nos lleva a sobrestimar la probabilidad de un evento solo porque podemos recordarlo fácilmente o porque tuvo un gran impacto emocional en nosotros.
Ejemplo: Tras ver noticias de varios accidentes aéreos consecutivos, muchas personas sienten un miedo irracional a volar, aunque las estadísticas demuestran que viajar en avión sigue siendo una de las formas de transporte más seguras.
¿Cómo evitarlo?
Antes de tomar decisiones basadas en el miedo o en recuerdos recientes, consulta datos reales y comparativos. No permitas que emociones momentáneas dicten tu percepción de riesgo.

6. Falacia del Coste Hundido

La falacia del coste hundido ocurre cuando continuamos en una inversión, proyecto o relación únicamente porque ya hemos invertido recursos (tiempo, dinero, esfuerzo), aunque claramente no sea lo mejor para nosotros.
Ejemplo: Seguir asistiendo a un curso que no nos gusta ni nos aporta valor solo porque ya hemos pagado la matrícula.
¿Cómo evitarlo?
Replantea la situación: imagina que tuvieras que tomar la decisión desde cero, ¿volverías a invertir tu tiempo o dinero en ello? Si la respuesta es no, es momento de dejarlo ir y redirigir tus esfuerzos hacia algo más valioso.

Una reflexión para tu vida

Reconocer nuestros sesgos cognitivos no es signo de debilidad, sino de sabiduría. Cuando entendemos cómo opera nuestra mente, damos el primer paso hacia una vida más consciente, racional y plena.
No se trata de eliminar todos los sesgos —algo imposible—, sino de desarrollar un pensamiento más crítico y reflexivo. Al ser conscientes de nuestras tendencias automáticas, podemos construir mejores hábitos de decisión que mejoren nuestra vida personal, profesional y espiritual.
Como nos enseña la sabiduría bíblica:

  • Proverbios 3:5: “Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento.”
  • Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, ¿quién lo conocerá?”

Recordemos: no todo lo que sentimos o pensamos de inmediato es verdad. Reflexionar, consultar, y actuar con humildad nos hará tomar decisiones más acertadas y menos impulsivas.